viernes, 19 de abril de 2013

HISTORIA REAL

A continuación os dejo una historia real sobre cómo una persona puede mejorar notablemente su salud a partir del ejercicio físico y el cambio de hábitos de alimentación. 


Perder treinta kilos. Cambiar de vida.

No recuerdo exactamente que día fue, se que era al final de Agosto de hace tres años. Me levanté con un calor insufrible, con una resaca descomunal y con una mezcla de hambre y sed imposibles de aguantar.

No llevaba lentillas, estaba en la última planta de mi casa en el Puerto de Santa María y por el olor de la comida que venía de abajo, debían ser en torno las tres de la tarde.

Bajé como pude las escaleras al piso intermedio, a tientas, apoyándome en la barra. Cansadísimo pese a haber dormido unas cuantas horas. Mi cuerpo estaba oxidado, me dolía todo. No parecía que tuviera 18 años recién cumplidos. Algo iba mal.

Llegué al baño buscando mis lentillas, o las gafas. Algo para ver. Estaba deseoso por beberme un litro de agua y comerme un kilo de comida. La resaca debía acabarse ya.

Cuando logré colocarme las dos lentillas vi que mi cuerpo y mi estado físico eran deplorables. Como ya he dicho estaba cansado, me costaba respirar y estéticamente mi barriga era realmente fea. Ese día me sentí y me vi especialmente mal. Fatal. No recuerdo si me llegué a dar asco. Creo que sí.

Di media vuelta en busca de un peso que yo sabía que estaba allí pero nunca había usado. Efectivamente allí estaba. Color blanco. Me subí decididamente sobre él y lo vi: 96 kilogramos de peso.

96 kilogramos. Una barbaridad que me hacía sentirme mal, ahogarme. No poder vestir con la ropa que me gustaba. Que no me dejaba dar una carrera sin ahogarme. Y lo pensé: se acabó.

Se acabó. Se acabó.

Sobre la mesa tras bajar a la planta baja me esperaba una gran fuente de patatas, carne de todo tipo, jamoncito, chorizo… de todo. Genial para curar la resaca… y genial para llegar en pocos días a los 100 kgs de peso.

Saludé a todos, el número 96 no se me iba de la cabeza. Retiré mis patatas fritas del plato, me comí mis dos pechugas de pollo frente a la mirada atónita de mi familia y me fui arriba a pensar. Pensar que debía hacer para poder ser la persona que quería: un chico de 18 años con un peso adecuado, en forma para correr y hacer deporte…

Contraté a un endocrino y a un entrenador personal: YO.

Me hice un plan de trabajo con carga progresiva empezando con carreras de 10 minutos y caminatas largas, usando muchísimo la bici… subiendo y bajando escaleras etc...

La dieta era tarea simple: fuera pan, fuera fritos, fuera patatas, fuera todo lo que toda persona sabe que engorda. No había vuelta de hoja, no necesitaba a nadie para saber que engordaba y que no.

El truco: moverme el triple y comer la mitad.

Como veis el endocrino y el entrenador personal me salieron muy baratos: cero euros. Ahora solo me quedaba echarle cojones al asunto. En eso mi único apoyo volvía a ser yo y mi fuerza de voluntad.

Y así fue. Poco a poco. Gramo a gramo. Kilo a kilo. Con mucho sudor. Con un trabajo y una rectitud mental y física a prueba de bombas. Un día tras otro, un mes tras otro.

Poco a poco llegó el cambio físico y mental. Y mucho a mucho llegó el cambio de vida. Empecé a aficionarme al deporte atlético, con mucha carga de trabajo y seguí comiendo bien. Poco a poco pasó a ser lo más importante de mi vida y sin duda es algo de lo que hoy me alegro infinitamente.

Hoy soy un chaval nuevo. No reconozco a aquel de los 96 kilos, ni recuerdo cuales eran sus intereses y/o motivaciones. Tampoco recuerdo como pude dejar de quererme tanto. Imagino que por amor a la comida.

Actualmente estoy en torno a 70 kilos y tengo una forma física sobrenatural. Acudo al gimnasio 5 días a la semana por gusto (no por deber) y hago running de alto nivel y fútbol, además de bici y padel.

Mi cuerpo es otro, puedo decir que me encanta. Vivo feliz con él y él feliz conmigo. No recuerdo que es asfixiarme y la ropa ahora es elegida por mí, no al revés. Pasé de una talla 50 a una 38 de pantalones y cambié la XL en mis camisas por la S. Y sobretodo gané en salud, de lo que más me alegro.

Esta es mi historia, la historia que me cambió la vida. O mejor dicho la historia que yo creé para cambiar mi vida.


Ánimo a los que os lo proponéis día a día. La fuerza está en la cabeza y recordad algo importantísimo:

"SÓLO EN EL DICCIONARIO EL ÉXITO ESTÁ ANTES QUE EL TRABAJO"


Este artículo lo hemos encontrado en el siguiente enlace que os dejo a continuación http://www.victor18lopez.com/2011/04/perder-treinta-kilos-cambiar-de-vida.html?spref=tw

No hay comentarios:

Publicar un comentario